Probablemente cuando pensamos en el número cero nos lleva a pensar en la nulidad de todo, en lo que no es, en este sentido, lo quiero pensar como lo negado, que en esta exposición cobra fuerza, porque al ser nada, también lo es todo, un susurro, un grito para ser, para auto reconocerse y reconocer, esta exposición es eso, un grito de auto reconocimiento de si y para sí, en algunos casos asumiéndonos como el otro que grita y busca ser sujeto para si y en otros casos acercándose y mimetizándose con el otro.
Esta exposición que esta vinculada desde el grito del ser, se divide en tres cuestionamientos principales, el primero nos habla desde los roles de género y cánones de belleza impuestos, un limitante para nuestro reconocimiento de si mismas pero al mismo tiempo nos invita a hacernos subversivas con el Otro, ese lugar de dominio, ha hacernos libres, el segundo cuestionamiento nos pregunta acerca de la muerte, la juventud e idealización del cuerpo femenino en la historia del arte nos puede dejar entrever el temor a la vejez y la finitud de la vida que esta conlleva y en la que no queremos pensar, pero ¿qué pasa cuando eventos como el covid19 nos enfrentan a la muerte? ¿a lo real? ¿desde dónde viene la curación, la aceptación de nuestra finitud?, esto nos lleva a nuestro tercer cuestionamiento que surge desde la empatía por quienes se enfrentan a lo real desde antes de la pandemia, que viven en su día a día como ese otro incomodo pero que a su vez han aprendido a vivir así, dejando de vivir para sí, ellos son los primeros en vivir lo que todos viviremos o ya vivimos en menor medida.